En enero de 2001 la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid quiso organizar un Congreso que reuniera “a todas aquellas personas y organizaciones españolas que realizan un gran esfuerzo personal y económico dirigido a cambiar la situación sanitaria en muchos lugares del mundo donde se dan enormes carencias y desigualdades, casi siempre ligadas a situaciones de extrema pobreza, tremendas injusticias, violencia, e insuficiencia de estructuras básicas económicas, políticas, educativas y sociales”.

El Viceconsejero de Sanidad, Juan José Bestard nos convocó a un grupo reducido de personas, a quienes conocía por razones varias, para ayudarle a sacar adelante este proyecto, por supuesto de manera desinteresada. Con este fin, y para darle una continuidad posterior dirigida a dar soporte a todas esas organizaciones, se creó la Fundación Española de Cooperación Sanitaria.

Finalmente, después de muchos meses de intenso trabajo, por un cúmulo de razones que no vienen al caso, la organización del Congreso embarrancó y no salió a flote. Ya nos despedíamos, bastante frustrados, cuando de manera casual, Carmen Barba, que entonces trabajaba en la Federación Española de Religiosos Sanitarios, empezó a contarnos un reciente viaje que había hecho a Guinea Ecuatorial. Alguien preguntó: “¿y en Guinea quién opera a los niños que nacen con labio leporino?” Su contestación: “Nadie. Se mueren…. o los abandonan…Algunos llegan a adolescentes o adultos llevando una vida de marginación…” Le propusimos colaborar en un proyecto de cooperación para tratar a esos niños. Así decidimos mantener la Fundación para dar soporte a este proyecto que funcionó con éxito durante varios años, y que posteriormente dio paso a otros más…